El ejercicio cardiovascular moviliza grandes masas corporales en vez de grupos localizados específicos, obteniendo la energía que requiere a través de sistemas aérobicos, es decir, sin déficit de oxígeno.

El cardio mejora la eficacia del corazón aumentando la masa cardiaca y el número y calibre de los vasos sanguíneos, incrementando la distribución de la sangre, la capacidad para disolver trombos y de distribuir oxígeno y electrones.

El ejercicio aeróbico y cardiovascular aumenta la actividad del ciclo de Krebs e incrementa la actividad enzimática y el aprovechamiento del metabolismo energético, los cuerpos cetónicos y las proteínas.

Los beneficios de la actividad física, y sobre todo el ejercicio cardiovascular se asocian con la oxidación de los depósitos de grasa, disminuyendo el colesterol sérico, los triglicéridos y la adherencia plaquetaria.

Por otro lado, este tipo de entrenamiento fortalece los huesos, tendones, ligamentos y el tejido conectivo en general.

El cardio también incrementa la función tiroidea y de hormona de crecimiento y es el mejor remedio contra el estrés que nos afecta a casi todos.

Por último, los ejercicios aeróbicos y cardiovasculares no deben ser largos y extenuantes, como realizados por un robot, se impone el HIIT (High Intensity Interval Training), es decir, el entrenamiento a intervalos de alta intensidad para mejorar la capacidad de oxidar la glucosa y la grasa. Se acelera más el metabolismo, que sigue quemando calorías después del ejercicio, optimizando de esta manera los resultados.